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José Mária Córdova
Las casas coloridas, coloniales, adornadas con helechos y orquídeas guardan la historia de uno de los próceres más importantes de la región: el general José María Córdova (nacido en este hermoso pueblo el 8 de Septiembre de 1799, asesinado en Santuario, Antioquia, el 17 Octubre 1829). Sin lugar a duda el más grande estratega que haya conocido el ejército bolivariano. Y es por eso que Concepción no tiene Plaza de Bolívar, a diferencia de muchos de los pueblos de Colombia. Los habitantes saben que El Libertador Bolívar mandó a matar al general Córdova, por no estar de acuerdo con la monarquía que pretendía imponer el fundador de la Gran Colombia. Un impune asesinato acabó con su idea democrática. José María Córdoba es recordado sobre todo gracias a la batalla de Chorros Blancos, cerca de Yarumal, donde logró menguar al ejército español para que más tarde en Boyacá, fueran vencidos definitivamente por el libertador Bolívar. Durante su corta vida fue el General antioqueño más destacado en el período de la Independencia. Su momento cumbre fue en la célebre Batalla de Ayacucho, cuando derrotó al virrey José de la Serna, quien comandaba el ejército realista. Este hecho permitió la independencia de Ecuador, del Perú, la creación de Bolivia y la consolidación de la independencia de América del Sur. Por ello, ha pasado a la historia como el “Héroe de Ayacucho”. En esta batalla lanzó su inmortal arenga: “¡División: de frente! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!”. Como signo de rebeldía contra la Corona Española, cambió la grafía del apellido español de su padre Crisanto de Córdoba y Mesa por la de Córdova. Después de bañarse de gloria en los campos de batalla, el General Córdova se rebeló contra la dictadura del Libertador Simón Bolívar, a quien dirigió una histórica carta explicando su decisión de defender la Constitución de Cúcuta. El final de este episodio fue trágico, ya que al enfrentarse en El Santuario a las tropas del general Daniel F. O’Leary, enviadas por El Libertador, fue herido de gravedad. En la casa donde se refugió fue rematado por el comandante irlandés Ruperto Hand, quien le propinó varios terribles sablazos.